A simple vista, los remates de cabeza pueden parecer inofensivos para nuestra salud, ya que podemos pensar que son simplemente fuerzas de impacto o que tienen aceleraciones insuficientes para producir síntomas asociados con la conmoción cerebral.
Sin embargo, en los últimos años, ha aumentado significativamente la conciencia en el mundo del deporte sobre las consecuencias a largo plazo de los impactos en la cabeza. Esto no solo se aplica al fútbol, sino también a otras disciplinas como el rugby, el boxeo y, especialmente, el fútbol americano.
Fue precisamente en la NFL donde surgió la preocupación por un problema que ahora el fútbol desea abordar. Todo comenzó en 2017, con un estudio liderado por la Universidad de Boston que reveló que 110 de los 111 cerebros de jugadores de fútbol americano analizados 'post mortem' mostraban signos de encefalopatía crónica traumática.
El gran impacto para el fútbol provino de un estudio realizado por la Universidad de Glasgow en 2019, que concluyó que los futbolistas profesionales tienen cinco veces más riesgo de desarrollar alzhéimer y dos veces más de desarrollar a parkinson que la población general.
La investigación fue dirigida por el doctor Willie Stewart, quien ha puesto de relieve lo importante de sus resultados: "Nuestros datos demuestran que los futbolistas tienen mayores índices de demencia, pero que tienen menos probabilidades de morir por otras enfermedades comunes". Y es que al mismo tiempo que se ha desvelado que son más propensos a padecer males neurodegenerativos, también lo son menos a ataques al corazón o a determinados tipos de cáncer
La reacción de la Federación Inglesa de Fútbol (FA), que encargó el estudio, fue casi inmediata: prohibió a los niños menores de 12 años golpear el balón con la cabeza durante los entrenamientos. Enseguida, el resto de las federaciones británicas se unieron a esta medida.
A partir de estos estudios, surgieron muchos otros independientes que alertaban sobre las consecuencias de rematar de cabeza. Por ejemplo, los resultados presentados en la reunión anual de la Sociedad de Radiología de América del Norte (RSNA) arrojaron nuevos datos sobre este controvertido tema y sugirieron que usar la cabeza de forma reiterada para golpear el balón puede tener consecuencias sobre la función cerebral.
Cuando este golpeo con la cabeza es reiterado, los atletas obtienen peores resultados en pruebas de coordinación, memoria y cognición en comparación con quienes solo chutan. En este sentido, la revista JAMA Ophthalmology detalla que 10 impactos de este tipo son suficientes para que las capacidades cerebrales se vean mermadas.
Además, los deportistas que ya han sufrido una conmoción son más vulnerables a experimentar nuevamente esta lesión en el futuro. Manuel Domínguez, especialista en neurología y responsable de las Unidades de Epilepsia y Demencia en el Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla, aclara que “el tejido que ya ha sufrido es más frágil, por lo que es más proclive a que vuelva a suceder”.
Por su parte, Jesús Porta, vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN), explica que "en los niños, el cerebro está en desarrollo de plasticidad. Es decir, cuando el cerebro se está formando todavía, los traumatismos repetidos en la cabeza pueden provocar un mayor riesgo de desarrollar patologías futuras. Es algo que todavía no está científicamente probado, pero es más que razonable pensar, a la vista de los estudios realizados, que es así".